Cristianismo ortodoxo: diferencias de catolicismo, protestantismo y monofisismo
En qué es diferente la Iglesia Ortodoxa de otras comunidades que se llaman “iglesias”? En este libro son presentadas en una brieve y simple manera las más importantes diferencias entre el cristianismo ortodoxo y el catolicismo romano, el protestantismo y las comunidades de la tradición dogmática llamada por los padres santos como monofisismo. Se relata también el proceso mismo de las separaciones que se han producido entre los pueblos que se llaman cristianos.
Содержание
La Iglesia verdadera Como se producieron las divisiones Monofisismo (Iglesias llamadas Orientales) Catolicismo romano Papismo Filioque Otras diferencias Protestantismo Escritura Sacramentos La veneración de la Madre de Dios y de los santos Oraciónes por los difuntos Ayunos Las imágenes de culto Otras diferencias Caso en Estados Unidos Caso en Benín
La Iglesia verdadera
Señor Jesuсristo dijo: “Edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Todos los que estan reunidos en el abrazo afectuoso del Padre Celeste forman esa Iglesia. Constituan una comunidad espiritual unida, un nuevo pueblo santo. La Iglesia es la familia de Dios, creada por la Palabra y la Sangre de Jesuсristo, dirigida por el Dios Padre y inspirada por el Espíritu Santo. El jefe de la Iglesia es Jesucristo Mismo que había prometido “Aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Los miembros de la Iglesia son todos los que aceptan esa verdad que Cristo ha revelado a Sus apóstoles, crean en El sinceramente, consideran como necesario de vivir en Su ley, tienen parte en las ceremonias religiosas transmitidas por los apóstoles y manifestan obediencia a los herederos espirituales de los apóstoles, es decir a los obispos.
Cada uno puede entrar en esta familia, independientemente del género, de la edad y de la nacionalidad.
La Iglesia de Cristo es una, santa, católica y apostólica. Y tal como un cuerpo contiene diferentes partes – manos, pies etc., la única Iglesia de Cristo contiene diferentes Iglesias Locales. Se diferencian de vez en cuando por los idiomas de los oficios divinos y por algunas costumbres, pero en lo esencial forman una unidad total en la fé, la ley moral, la oración y las ceremonias religiosas establecidas por el Cristo.
Ahora existen quince Iglesias Ortodoxas Locales: la Iglesia Ortodoxa de Constantinopla, la Iglesia Ortodoxa de Jerusalén, la Iglesia Ortodoxa de Alejandría, la Iglesia Ortodoxa de Antioquía, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Iglesia Ortodoxa Chipriota, la Iglesia Ortodoxa de Ellada, la Iglesia Ortodoxa Serbia, la Iglesia Ortodoxa Búlgara, la Iglesia Ortodoxa de Rumania, la Iglesia Ortodoxa Georgiana, la Iglesia Ortodoxa Albanesa, la Iglesia Ortodoxa Polaca, la Iglesia Ortodoxa Checa y Eslovaca, la Iglesia Ortodoxa en América.
Por Su promesa “las puertas del Hades no prevalecerán contra la Iglesia” Dios nos ha permitido entender que nunca disparecerá y nadie no podrá destruirla, y también que nunca no podrá apartarse de la fé ni equivocarse en la verdad, porque el Espíritu Santo que se manifesta siempre a través los padres y los educadores de la Igesia sirviendo con fidelidad la preserva de toda confusión.
Como lo dice san Filaret, metropolitano de Moscú, “la Iglesia es santa, aunque hay en ella los que pecan. Los que pecan pero se purifican a través un arrepentimiento verdadero no pueden impedir a la Iglesia de ser santa; y los pecadores no arrepentidos, por los actos aparentes de las autoridades eclesiásticas o por la acción invisible del juicio de Dios se recortan del cuerpo de la Iglesia como los miembros mortes, y de tal manera en este sentido también la Iglesia se guarda santa”.
Entre los que se encontraron recortados de tal manera del cuerpo de la Iglesia fueron los que querían alterar la fé recibida de los apóstoles, y en lugar de la verdad enseñar a los demás sus propias invenciónes. Señor Jesucristo Mismo predijo la futura aparición de tales falsos profetas. Así todos los a quienes su falsedad agradaba más que la verdad de Dios en diferentes siglos se separaban de la Iglesia de Cristo, creando sus propias comunidades que llamaban también “iglesias”. A fin de mostrar la diferencia de todas las “iglesias” falsas creadas por las personas mortales, la Iglesia verdadera creada por Dios Hombre Jesucristo fue llamada en ruso “pravoslavnaya” que significa “glorificando Dios de modo justo (verdadero)”.
Como se producieron las divisiones
La Iglesia Ortodoxa ha guardado invariable la verdad que fue revelada a los apóstoles por el Señor Jesucristo. Pero el Señor Mismo ha previsto Sus discípulos que del ámbito de todos que estan con ellos, aparecerán los que querirán cambiar la verdad y enredarla por sus ficciones: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15).
Los apóstoles ya habían avisado de esto. Por ejemplo, san Pedro apóstol escribía: “Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado…Abandonando el camino recto, se han extraviado…para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas” (2 Pedro 2:1–2, 15, 17).
La herejía es concebida como la mentira al cual el hombre sigue conscientamente. El camino que fue abierto por Jesucristo reclama del hombre una abnegación. Uno que ama la verdad está preparado de renunciar para ella toda la mentira en sus pensamientos y en su vida, al fin de que la verdad entre en él, lo purifica y lo sanctifica.
No cada uno entre en ese camino con intenciones puras. Y la vida ulterior en la Iglesia revela su malo estado de ánimo, y se apartan de la Iglesia. Hay casos del pecado por el hecho, cuando el hombre por su hecho rompa con los mandamientos de Dios, y hay pecados de la mente, cuando el hombre prefiere su mentira a la verdad de Dios. Eso secundo es lo que se llama herejía. Y entre los que se llamaban en diferentes tiempos tales como cristianos ortodoxos, aparecían las personas apegadas al pecado por el hecho y ellas que eran apegadas al pecado de la mente. Los dos, si han hecho una elección convencida por el pecado, no puedan quedar en la Iglesia, y se separan de ella. De esa manera durante la historia se separaban de la Iglesia Ortodoxa todos los que han optado por el pecado.
San Juan apóstol dijo sobre ellos: “Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros” (1 Juan 2:19). Su destino es poco envidiable, porque fue dicho en la Escritura que los que se entregan a las “disensiones… no heredarán el Reino de Dios” (Gal. 5:20–21).
Cuando aparecían los herejes aportando mentiras, los padres santos de la Iglesia Ortodoxa empezaban a explicar a ellos sus engaños y llamaban a renunciar a esas invenciones y convertirse a la verdad. Algunos, convencidos por sus palabras, se cambiaban, pero cierto que no todos.
Y sobre los que preseveraron en las mentiras la Iglesia pronunciaba su juicio testimoniando que no son seguidores fieles de Cristo ni miembros de la comunidad de fieles fundada por El. Asi se cumplía el consejo: “al hombre hereje, después de una y otra amonestación, deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca, siendo condenado por su propio juicio” (Tito 3:10–11).
Unas tales personas no fuen raras en la istoria, y después caracterizaremos brevemente sólo las más difundidas y las más numerosas de las “iglesias” fundadas por ellos que se han conservado hasta nuestros días. Asimismo sera precisado lo que diferencia su camino del camino de la Iglesia Ortodoxa.
Monofisismo (Iglesias llamadas Orientales)
La Iglesia Ortodoxa ha guardado desde los tiempos los más antiguos esa verdad que Señor Jesucristo es en el mismo tiempo el Dios verdadero y el hombre verdadero, y eso significa que después de la incarnación El ha unido en Su única Persona dos naturalezas, esa de Dios y esa del hombre, y de tal manera se hizo connatural al Padre por Su divinidad y connatural a nosotros por Su humanidad, a punto que en esa unión sin confluencia y sin separación se conserva la singularidad de cada naturaleza. Y por eso el Señor Jesucristo Mismo Se llama “Hijo de Dios” (Juan 10:36) y “Hijo del Hombre” (Marcos 2:10). En tanto como Dios sana a los enfermos (Mateo 12:15), levanta a los muertos (Juan 5:21) y dirige a la tormenta (Marco 4:39), y en tanto como hombre duerme (Marcos 4:38), come y bebe (Mateo 11:19), tiene hambre (Mateo 21:18), tolera las torturas y la muerte (Marcos 15:25–37).Pero en el siglo V aparecieron los que empezaron a asegurar que Jesucristo tuviera únicamente la naturaleza divina quien hubiera absorbido completamente Su naturaleza humana. Según su opinión, en la incarnación la naturaleza humana asimilada por el Dios Hijo hubiera perdido su propia realidad y pudiera ser distinguida de la naturaleza divina soló mentalmente.Esa equivocación ha recibido el nombre “monofisismo” que significa “fé en la única naturaleza”, y sus sucedores, apartándose de la Iglesia Ortodoxa, continuaron después desintegrándose también por diferentes escuelas.
Muchos santos padres trataron de convencer a los monofisitas de dejar esa equivocación y manifestaron su falsedad. Por ejemplo, san Nikita Stifart escribía que un cristiano honesto no puede aceptar la única naturaleza en Jesucristo, porque en ese caso eso sería solamente la naturaleza divina, y entonces El no se hubiera hecho Hombre y no hubiera salvado y purificado nuestra naturaleza de corrupción; o otramente sería la naturaleza humana, y entonces a través Su incarnación habría dejado de ser Dios, que es absurdo, o sería una nueva naturaleza conjuntamente divina y humana compozada de las dos, pero eso significa que El no fuera connatural con el Padre y el Espíritu, y no fuera connatural a la Virgen Maria y a los otros hombres, “y de tal manera no sería conocido ni como Dios, ni como hombre”Pero lamenteblemente no todos quisieron escuchar a la voz de la Iglesia Ortodoxa, y muchos han seguido tenerse al monofisismo. Desde su inicio esta equivocación ha engañado la mayoría de los cristianos de Egipto y de Etiopía, y también de Siria. Los cristianos armenios vacilaron por algunos centenarios, variando por el monofisismo y retornando a la Ortodoxia, hasta que, por fin, llegaron a desprenderse definitivamente en el siglo IX. Los últimos a adherirse al monofisismo fueron los cristianos de India, quien, después de haber rechazado en el siglo XVII la autoridad del Papa de Roma impuesta por los conquistadores portugueses, recurrieron al soporte de la Iglesia Oriental de Siria, y de tal manera adoptaron de ellos la fé monofisita.En nuestros días esta equivocación está profesada por los miembros de las Iglesias llamadas Orientales: Copta, Armenia, Etíope, Siríaca y Iglesia India de Malankara. No se llaman monofisitas ellos mismos, pero en sus exposiciones de la fé continúan resumando que había una sola naturaleza en Cristo, y a los que han inventado la herejía monofisita continúan venerándolos como santos.
Catolicismo romano
En el siglo XI la Iglesia Local Romana rompó con la Iglesia Ortodoxa Universal. Se separó porque sus miembros no querían negar las equivocaciones que se propagaron entre ellos.
Esas equivocaciones que precisamente diferan la Iglesia Católica de Roma de la Iglesia Ortodoxa son varias, pero las dos principales consisten en la doctrina de la Iglesia y la doctrina de Dios.
Papismo
El apóstol Pablo, hablando de Cristo, dijo que Dios Padre “puso todas las cosas bajo Sus pies y Lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es Su Cuerpo” (Epístola del apóstol San Pablo a los Efesios, 1:22–23). Por eso la Iglesia Ortodoxa desde los tiempos apostólicos guarda inmutable el dogma que la Cabeza de la Iglesia fundada por Cristo es Cristo Mismo.
Pero los católicos romanos enseñan que la cabeza de la Iglesia fuera el principal obispo de Roma que es Papa de Roma, y le llaman vicario, es decir representante oficial de Cristo en la tierra. Por eso, según su opinión, debe tener una autoridad directa sobre todos los miembros de la Iglesia.
Los padres santos decían que por su impacto la error la más grave de la Iglesia Romana fue esta “búsqueda orgullosa de la primacía de los obispos de Roma sobre los otros Patriarcos Orientales” (san Ambrosio de Optina), y “su reivindicación de primacía y administración autoritaria de toda la Iglesia universal” (san Juan de Kronstadt).
Inicialmente todos los obispos, incluyendo los príncipes de las Iglesias Locales, se consideraban solo como servidores, compañeros de lucha de los apóstoles, y se trataban uno a otro como hermanos de una gran familia. Pero con el paso del tiempo, por desgracia, el papa de Roma, debido a su amor por el poder, quiso ser en la Iglesia “no sólo el primero de los hermanos, pero el señor de los esclavos” (san Ilia Miniaty).
Por eso los que siguieron a esta equivocación de los papas de Roma y se llamaron católicos romanos, creeron que el Señor Jesucristo había confiado una autoridad absoluta de administrar toda la Iglesia a una sola persona que fuera el papa de Roma, pero los cristianos ortodoxos siguen firmes en la verdad inicial que consiste en lo que Dios no ha entregado una tal autoridad a una cualquier persona, pero a la Iglesia entera representada por el concilio de los apóstoles o sus sucesores, es decir obispos.
Es por eso, hablando de lo que hay que hacer para sulucionar controversias entre los cristianos, El no ha especificado en tanto como autoridad suprema una cualquier persona, pero la Iglesia entera: “dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos” (Mateo 18:15–17).
Y es por eso que el Señor dijo: “donde están dos o tres reunidos en Mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mateo 18:19–20). “Así El Mismo promete estar allí donde se reunen dos o tres en Su Nombre, eso es en el Concilio. Eso significa que las palabras del Concilio son las palabras de Jesuсristo y, por lo tanto, son las palabras a las cuales deben confiar y obedecer todos, incluso el obispo de Roma”.
Y es por eso que el Señor dijo a los apóstoles mismos: “todos vosotros sois hermanos” (Mateo 23:8). Por eso asimismo los apóstoles, cuando aparecieron los problemas relativos a la vida de la Iglesia entera que necesitaban ser resueltas, se reunieron en Jerusalén en el Concilio, y juntos los resolvieron con la asistencia del Espíritu Santo, como lo dijeron ellos mismos: “pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros…” (Hechos 15:28).
Desde la mencionada error sobre la primacía se producí la secunda error de los católicos asociada con esa primera. Es que más tarde empezaron a contestar que el papa de Roma no pudiera equivocarse en sus reflexiones sobre la fé y la moral, y por eso lo llaman infalible.
Pero los cristianos ortodoxos saben que sólo la Iglesia es “columna y sostén de la verdad” (1 Timoteo 3:15); una sola persona siempre puede cometer errores en la fé y formular una opinión equivocada. Por eso la Iglesia Ortodoxa, desde la antigüedad, cuando aparecían los herejes y empezaban las discusiones sobre la fé, nunca se basaba en la opinión de una sola persona, y convocaba los Concilios Ecuménicos, siguiendo el ejemplo de los apóstoles reunidos por el primer Concilio en Jerusalén.
Asimismo en algunos Concilios Ecuménicos (el secundo y el quinto) aún no participaron ni el papa de Roma mismo, ni sus representantes, y sólo después los papas aceptaron dócilmente la necesidad de seguir a las decisiones de esos concilios, lo que demuestra que el Concilio en tanto como representante de toda la Iglesia, aún sin el papa de Roma, del mismo modo tiene autoridad de solucionar todo asunto eclesiástico de manera justa, por inspiración del Espíritu Santo.
A pesar de que se encontraban unas personas santas y devotas entre los papas de Roma, especialmente en el primer milenio, cuando la Iglesia de Roma fue parte de la Iglesia Ortodoxa, la historia conoce muchos ejemplos de casos cuando los papas de Roma caían en las equivocaciones, cometían los pecados y estaban en desacuerdo, así la vida misma refuta esta equivocación católica sobre la infalibilidad del papa y su primacía. La Iglesia santa no puede tener en su cabeza un hombre pecador, porque su Cabeza es el Dios-Hombre sin pecado Jesucristo.
Además, en los siglos precedentes los católicos tenían una percepción que el papa de Roma tuviera una autoridad suprema no únicamente eclesiástica sobre los obispos, pero también laica sobre los reyes. No obstante, esa teoría fue también refutada por la vida misma, cuando los reyes europeos han refusado esa autoridad, y el propio país del papa de Roma fue limitado al minúsculo Estado de la Ciudad del Vaticano.
Los católicos tratan de argumentar su equivocación por lo que el Señor Jesucristo hubiera confiado Su puesto de la Cabeza de la Iglesia al apóstol Pedro, quien se hubiera hecho así el primero Obispo de la ciudad de Roma, y después de su muerte esa autoridad en cualquier manera se hubiera comunicado a los obispos sucecivos de Roma.
Pero esas afirmaciones son equivocadas. Los apóstoles de Cristo consideraron Pedro como un cofrade igual a ellos, y no como el jefe superior sobre ellos, lo que se manifestó, por ejemplo, en el Concilio en Jerusalén en el cual no dieron la presidencia a Pedro, pero a Jacob (Hechos 15:13).
El apóstol Pedro no fue obispo de Roma, porque los obispos eran sucedores de los apóstoles, pero los apóstoles mismos nunca se llamaban obispos. Caminando con sus sermónes de una ciudad a otra, nombraban los obispos de las las nuevas comunidades. Es conocido que el apóstol Pedro ha nombrado el primer obispo en Antioquia.
Finalmente, es seguramente conocido que en los siglos antiguos los cristianos no consideraban los obispos de Roma en tanto como jefes de toda la Iglesia, todavía más infalibles en las preguntas de la fé, pero los representantes de todas las Iglesias Locales se consideraban como iguales unos a otros en su servicio bajo un solo Jefe, es decir Cristo.
Los católicos romanos tratan de justificar su equivocación, refiriéndose a las palabras de Cristo dichos al apóstol Pedro: “Tu eres Pedro [roca], y sobre esta roca edificaré Mi Iglesia” (Mateo 16:18). Pero, como lo demuestra san Juan de Kronstadt, “todos los padres santos de los primeros siglos y de los siguientes aceptaron que en tanto como la Roca principal hay que sobreentender Jesucristo Mismo: “y la roca era Cristo” (1Corintios 10:4). Estas palabras del Señor fueron dichas al apóstol Pedro porque había confesado una fé verdadera en Cristo como Hijo de Dios, y conciernen a cada uno que tiene la fé verdadera.
Según la opinión de los padres santos de la Iglesia Ortodoxa, el catolicismo por esa equivocación “atribuye al papa las características de Cristo y a través eso nega a Cristo” (san Ignacio Brianchaninov). Porque “los católicos, considerando el papa como la cabeza de la Iglesia, le entronizaron en lugar de Cristo y le deificaron, dejando Cristo en un segundo plano. Hicieron del papa el vicario de Cristo, olvidando que Cristo está con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20)… Admitiendo el papa como la cabeza de la Iglesia, perdieron la Cabeza Verdadera de la Iglesia que es Cristo, y se quedaron sin Cabeza… ¡Alúmbrales, convénzales y sálvales, Señor!” (san Juan de Kronstadt).
Filioque
Señor Jesucristo ha testimoniado que el Espíritu Santo, “Espíritu de verdad… procede del Padre” (Juan 15:26). Por eso la Iglesia Ortodoxa desde el período más antiguo hasta nuestros días enseña que el Espíritu Santo procede del Padre.
Pero los católicos romanos inventaron una doctrina que el Espíritu Santo procedería al mismo tiempo del Hijo así como del Padre, y en el siglo XI, bajo presión de los emperadores germánicos, la Iglesia Romana ha incluido esa adición en el texto del antiguo Credo cristiano. Aunque antes los papas de Roma mismos se combatían contra los partidarios de esa adición que contradice a las palabras de Dios.
Mediante la inclusión de una tal novación en la fé se produce la transformación de la visión misma de Dios.
Es que con arreglo a la verdad real, Dios Padre es el único origen de las Personas Divinas, a punto que el Hijo y el Espíritu son del Mismo Padre, el Primero es nacido, el Segundo está proveniendo. Y así no se puede decir que el Hijo es nacido del Padre y del Espíritu, así tampoco no podemos decir que el Espíritu Santo proviene del Padre y del Hijo. De tal manera en el Unico Dios se encuentra el único origen con la igualdad de las Personas, – una perfecta harmonía que está violada por la adición católica. Es que no presupone en el Dios Triunido un origen común, pero dos origenes: uno por el Hijo (el Padre) y otro por el Espíritu (el Padre y el Hijo), y mediante eso introduce la desigualdad de las Personas del Hijo y del Espíritu.
Otras diferencias
Además, hay otras diferencias: los cristianos ortodoxos enseñan que cada persona proveniente de Adán naturalmente nacie en pecado, y por eso la Madre de Dios misma ha heredado la misma naturaleza modificada por el pecado y necesitando la salvación. Es por eso que le nombra a Dios como su Salvador (mira Lucas 1:47). Pero los católicos romanos, por encima de esa verdad, han inventado y confirmado en 1854 un dogma que la Virgen habría nacido sin pecado original, que por alguna razón las consequencias del pecado original de Adán y Eva no la habrían afectado. Según ese dogma católico, la Madre de Dios ya antes su nacimiento fue exenta de la autoridad del pecado original y por eso no podía cometer pecados.
Los cristianos ortodoxos no están de acuerdo con una tal exageración, porque no está de acuerdo con ella la Misma Virgen Maria que llamaba al Cristo como su Salvador, salvándola exactamente de la autoridad del pecado. Aún más, la Escritura dice con claridad que “todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
La Iglesia Ortodoxa venera piadosamente a la Virgen Maria, pero debido a su santidad y inocencia de su vida, y no porque habría siendo desprovista de las consequencias generales del pecado original.
Una idea errónea habitualmente entraña con ella un montón de otras ideas falsas. Por eso, según la palabra de san Ambrosio de Optina, “en seguida después de que apareció al occidente esta opinión falsa que el Espíritu Santo provendría del Hijo también, entrañó con ella poco a poco otras novaciones contradiciendo a los mandamientos de nuestro Salvador, tales como la aspersión del agua en lugar de la inmersión durante el sacramento del Bautismo, la privación de los laicos comulgantes del cáliz divino y la utilización del pan ázimo en lugar del pan fermentado, eliminación de la invocación del Espíritu Santo de la Liturgia. También han introducido novaciones violando los ritos antiguos apostólicos de la Iglesia Ecuménica, tales como la eliminación de los ninos bautizados de los sacramentos de la confirmación, destitución de los hombres casados del sacerdocio, etc.
Protestantismo
Si una rama del árbol se quiebra, entonces, perdiendo la comunicación con la savia, sin duda comenzará a sacarse, perderá sus hojas, se volverá frágil y se romperá fácilmente con el primer empuje.
Lo mismo es eviente en la vida de todas las comunidades que se han separado de la Iglesia Ortodoxa. Como una rama quebrada no puede tener llaves sobre ella, así todos los que se separan de la unidad eclesiástica verdadera, tampoco no pueden más guardar su unidad interna. Eso se pasa porque, habiendo abandonado la familia de Dios, pierdan la unión con la fuerza vivificadora y salvadora del Espíritu Santo, y esa ambición pecaminosa de oponerse a la verdad y ponerse superiores a los demás, que los ha llevado a la separación de la Iglesia, continúa a extenderse entre los descarriados mismos, manipulando ya contra ellos mismos y provocando las nuevas divisiones internas.
Así en el siglo XI la Iglesia local de Roma se rompó de la Iglesia Ortodoxa, y a comienzos del siglo XVI mucha gente se separaron de esa misma Iglesia de Roma también, siguiendo las ideas del ex-sacredote católico Luther y sus partidarios. Formaron sus propios comunidades que consideraron como “Iglesia”. Los representantes de este movimiento eran denominados en general como “protestantes”, y la separación misma como la “Reforma Protestante”.
Los protestantes tampoco no guardaron su unidad interna, pero empezaron a dividirse más en diversas tendencias y escuelas, cada una de las cuales aseveraba ser la Iglesia verdadera de Jesucristo. Continúan dividiéndose hasta nuestros días, y ahora son más de veinte mil en el mundo.
Cada una de sus tendencias tiene sus particularidades doctrinales y tendría mucho tiempo para describirlas, por eso aquí nos limitamos sólo al analysis de las características principales propias a todos los protestantes que los diferencian de la Iglesia Ortodoxa.
El motivo el más importante de la aparición del protestantismo fue la protesta contra el dogma y la práctica religiosa de la Iglesia Romana Católica.
Como apunta san Ignacio Brianchaninov, efectivamente, “muchas errores penetraron en la Iglesia Romana. Luther habría hecho bien si, habiendo renunciado a los errores de los católicos, los habría remplazado por la doctrina verdadera de la Iglesia Santa de Cristo; pero los ha remplazado por sus propios errores; al mismo tiempo ha seguido a algunos errores demasiado importantes de Roma, y aún ha redoblado algunas de ellas”.
“Los protestantes se rebelaron contra la autoridad monstruosa y la supuesta divinidad de los papas; pero como actuaron según sus pasiones, hundidos en el libertinaje, y no con objetivo directo de la aspiración a la Verdad santa, por eso no resultaron dignos de percibirla.
Renunciaron a la idea erronea que el papa de Roma sería el jefe de la Iglesia, pero guardaron la equivocación católica admitiendo que el Espíritu Santo provendría del Padre tanto como del Hijo.
Pero en lo que renunciaron a la falsa doctrina católica sobre el papa de Roma, no se acercaron de la Ortodoxia porque, como lo explique san Ilarion Troitsky, “el protestantismo fue la protesta en el mismo plano; no ha restablecido una cristiandad antigua, pero ha remplazado una alteración de la cristiandad por una otra… La verdad y la salvación son dadas a la Iglesia. La tradición latina, separándose de la Iglesia, modificó a esa percepción y declaró que la verdad fuera dada a una sola persona del papa (aunque a un solo papa, de todos modos, a una persona independiente), y que el papa fuera responsable de la salvación de todos. El protestantismo sólo hizo una objeción: ¿porqué la verdad fuera dada solamente al papa?, añadiendo que la verdad y la salvación estuvieron abiertas a cada una persona individual independientemente de la Iglesia. Cada persona individual fue nombrada así un papa infalible. El protestantismo…, con su número incontable de los papas, ha destruido definitivamente la idea de la Iglesia, ha remplazado la fé por la razón de una persona individual, y ha remplazado la salvación en la Iglesia por una convicción soñadora de la salvación por la gracia de Cristo fuera de la Iglesia, en un aislamiento egoísta… El sentido fundamental del protestantismo enamoró al egoísmo humano y a la voluntariedad de todas las generaciones. El egoísmo y la voluntariedad se detectan en la división y la desintegración del protestantismo mismo”.
Escritura
Los protestantes formularon la máxima “Sólo la Escritura” que significa que admiten únicamente la credibilidad de la Biblia y rechazan la Sagrada Tradición de la Iglesia. Y en esto contradicen a ellos mismos, – porque la Sagrada Escritura misma muestra la necesidad de respetar la Sagrada Tradición transmitida por los apóstoles: “estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15), como lo escribe san apóstol Pablo.
Si un hombre escribe algún texto y lo distribuye a diversas personas, y después los pida explicar como lo han entendido, seguramente se revelará que algunos lo entendieron justamente, y algunos erróneamente, agregando su sentido personal a esas palabras. Se conoce que todo texto puede tener diversas versiones de interpretación. Pueden ser justas, pero también pueden ser falsas. Lo mismo se pasa con el texto de la Sagrada Escritura, si lo separan la Sagrada Tradición.
Y de verdad, los protestantes creen que hay que entender la Escritura como cada uno quiere. Pero un aquel planteamiento no puede ayudar a encontrar la verdad.
Así lo explicó san Nicolás de Japón: “A veces los protestantes japoneses vienen conmigo y me pidan explicarlos algún fragmento de la Sagrada Escritura. “Pero tienen sus profesores misioneros, pregúntenlo a ellos”, los digo yo. – Y que responden? – “Hemos preguntado a ellos, dicen: entiéndelo como quieres; pero me falta saber la idea justa de Dios, y no mi opinión personal”… Eso no es así entre nosotros, todo es claro y seguro, lúcido y solido – porque además de de la Sagrada Escritura nosotros aceptamos también la Sagrada Tradición, y esa Sagrada Tradición es una viva y incesante voz… de nuestra Iglesia desde los tiempos de Cristo y Sus apóstoles hasta nuestros días, que continuará hasta el fin del mundo. Es en ella que se confirma toda la Sagrada Escritura”.
El apóstol Pedro mismo testimonia que “ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios” (2 Pedro 1:20–21). Por eso solo los padres santos, animados por el mismo Espíritu Santo, pueden revelar al hombre una visión justa de la Palabra de Dios.
La Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición forman una unión inseparable, y así fue desde el inicio.
Fue no por escrito, pero verbalmente que Señor Jesucristo ha abierto a los apóstoles como hay que entender la Sagrada Escritura del Antiguo Testamento (Lucas 24:27), y asimismo ellos lo han enseñado verbalmente a los primeros cristianos ortodoxos. Los protestantes quieren imitar en su organización a las primeras comunidades apostólicas; pero los primeros cristianos durante algunos años no tenían nada escritura de Nuevo Testamento, y todo fue transmitido de boca en boca, como una leyenda.
La Biblia fue dada por Dios para la Iglesia Ortodoxa, y es en consonancia con la Sagrada Tradición que la Iglesia Ortodoxa ha confirmado en sus concilios el contenido de la Biblia, y fue la Iglesia Ortodoxa que mucho tiempo antes la aparición de los protestantes guardaba la Sagrada Escritura en sus comunidades.
Los protestantes, sirviéndose de la Biblia, no escribida por ellos, ni recolectada por ellos, ni guardada por ellos, renuncian la Sagrada Tradición, y a través esto cierran por ellos mismos la justa comprensión de la Palabra de Dios. Por eso a menudo disputan acerca de la Biblia y a veces inventan sus propias leyendas humanas, que no tienen ninguna conección ni con los apóstoles, ni con el Espíritu Santo, cayendo, según la palabra del apóstol, en “vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8).
Sacramentos
Los protestantes han rechazado el sacredocio y los sacramentos, no creyendo que Dios puede actuar a través ellos, y aún si conservaron algo parecido, eran sólo sus nombres, estimando que fueron solamente símbolos y recuerdos de los eventos históricos que se quedaron en el pasado, pero no la sagrada realidad por sí misma. En lugar de los obispos y de los sacerdotes asignaron pastores no teniendo ninguna connección con los apóstoles, ninguna sucesión de la bendición de Dios, como en la Iglesia Ortodoxa donde cada obispo o cura tiene la bendición de Dios que se puede seguir de nuestros días hasta Jesucristo Mismo. Un pastor protestante es solamente orator y administrador de la vida de la comunidad. Como lo dice san Ignacio Brianchaninov, “Luther, rechazando con vehemencia la autoridad arbitraria de los papas, rechazó también la autoridad legal, rechazó el rango episcopal mismo y la consagración misma, no obstante que la institución de los dos proviene de los apóstoles mismos… aún rechazó el sacramento de la confesión, a pesar de que toda la Sagrada Escritura testimonia que no es posible recibir el perdón de los pecados sin confesarlos”. Los protestantes rechazaron también los otros sacramentos.
La veneración de la Madre de Dios y de los santos
La Muy Santa Virgen Maria, habiendo dado a la luz nuestro Señor Jesucristo en su humanidad, dijo proféticamente: “desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bien aventurada” (Lucas 1:48). Esto fue dicho sobre los verdaderos discípulos de Cristo, es decir sobre los cristianos ortodoxos. De verdad, desde allí hasta hoy de generación a generación todos los cristianos ortodoxos veneran a la Muy Santa Madre de Dios Virgen Maria. Pero los protestantes no quieren respetarla y venerarla, contradiciendo así a la Escritura.
La Virgen Maria, como todos los santos, es decir personas que siguieron hasta el fin el camino de salvación abierto por Cristo, se reunieron con Dios y siguen siendo siempre en armonía con El.
La Madre de Dios y todos los santos se convertieron en los más proximos y más amados amigos de Dios. Aún un hombre, si su amigo amado lo pregunta algo, tratará de hacerlo sin falta, asimismo Dios escucha con mucho gusto y cumple rápidamente los pedidos de los santos. Es conocido que ya en Su vida temporal, cuando ellos Le preguntaban algo, respondía. Así, por ejemplo, según la demanda de la Virgen Maria ayudó a los recién casados pobres y hizo un miráculo en la fiesta para liberarlos de la confusión (Juan 2:1–11).
La Escritura dice que “Dios no es Dios de los muertos, pero de los vivos, porque en El todos son vivos” (Lucas 20:38). Por eso después de la muerte la gente no disparece sin dejar huella, pero sus almas vivas son conservadas por Dios y las que son santas guardan la posibilidad de comunicación con El.
Y la Escritura dice exactamente que los muertos santos se adresan con demandas a Dios, y los entiende (Apocalypse 6:9–10). Por eso los cristianos ortodoxos veneran a la Virgen Maria y a los otros santos, y se adresan con demandas a fin de que solicitaran para nosotros a Dios. La experiencia contesta que muchas recuperaciones, salvaciones de la muerte y otra ayuda, la reciben todos los que recurren a su intercesión de oración.
Por ejemplo, en 1395 el gran líder militar mongol Tamerlán se ha dirigido a Rusia con un enorme ejército para envahir y demolir sus ciudades, incluyendo la capital Moscú. Los rusos no tenían suficientes fuerzas para resistir a una aquella armia. Los habitantes ortodoxos de Moscú empezaron a pedir con aplicación a la Virgen Maria para que pida a Dios la salvación del mal que acercaba. Y entonces, una mañana Tamerlán anunció inesperadamente a sus jefes militares que había que girar la armia y volver. A las preguntas sobre la causa de una aquella decisión respondió que la noche en su sueño vio a una gran montaña sobre la cual fue una maravillosa dama brillante que le ordenó de abandonar las tierras rusas. Y aunque Tamerlán no fue un cristiano ortodoxo, se he asumido a la Virgen Maria aparecida por el respeto a su santitud y a su fuerza espiritual, y no llegó a conquistar Moscú ni otras ciudades rusas.
Si alguien tiene buenos relaciones con nuestros amigos, nosotros también lo miramos con benevolencia; y él que no respeta nuestros amigos y los ignora conscientemente, pero recurre al mismo tiempo con pedidos a nosotros, hay serias dudas que podría contar con una simpatía apropriada. Lamentablemente los protestantos no lo comprendieron y decidieron de renunciar la veneración y las demandas a los amigos amados de Dios – a la Virgen Maria y a los santos.
Oraciónes por los difuntos
Aquellos cristianos ortodoxos quien en su vida no llegaron a vencer el pecado y devenir santos, después de la muerte tampoco no disparecen, pero necesitan ellos mismos nuestras oraciones. Por eso la Iglesia Ortodoxa ora por los difuntos, creyendo que gracias a esas oraciones el Señor puede facilitar el destino póstumo de nuestros próximos muertos. Pero los protestantes no quieren asumarlo tampoco y refusan de orar por los difuntos.
Ayunos
El Señor Jesucristo, hablando de sus discípulos, dijo: “Vendrán días cuando el Novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día” (Marco 2:20).
El Señor Jesucristo fue tomado de sus discípulos por la primera vez el miércoles, cuando Judas lo traicionó y los malvados lo detenieron para llevarlo al juicio, y por la secunda vez el viernes, cuando los malvados le mataron sobre la Cruz. Por eso para el cumplimiento de Sus palabras los cristianos ortodoxos desde los tiempos más antiguos ayunan el miércoles y el viernes, absteniéndose para Dios de los productos animales – carne, leche y hueves, y también de diversas distracciones.
El Señor Jesucristo ayunaba durante cuarenta días y noches (Mateo 4:2), dando ejemplo a sus discípulos (Juan 13:15). Asimismo los apóstoles, como fue dicho en la Biblia, “ministraban al Señor y ayunaban” (Hechos 13:2). Por eso los ortodoxos, además de los días de vigilia, tienen también los ayunos de muchas días, de cuales el principal es la Gran Cuaresma. Pero los protestantes negan los ayunos eclesiásticos y los días de vigilia.
Las imágenes de culto
El que quiere adorar al Señor verdadero, no debe venerar en este caso a los ídolos inventados por los hombres o por los espíritus que se separaron de Dios y llegaron a ser malos. Esos espíritus malos se presentaban de vez en cuando a la gente para hundirlos en una ilusión y distraerlos de la adoración al Señor verdadero para una idolatría a ellos.
Por eso Dios, mandando: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”, añadió también: “No te harás imagen... No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo soy Jehová tu Dios” (Éxodo 20:3–5). Por eso los cristianos ortodoxos creen que no se puede hacer las imágenes de los dioses falsos y venerarlas.
Pero, habiendo ordenado construir el templo, ya en aquellos tiempos antiguos Señor ha ordenado también hacer en él las imágenes de los querubines (Éxodo 25:18–22), aquellos buenos espíritus que guardaron fidelidad a Dios y llegaron a ser santos ángeles. Por eso asimismo desde los primeros tiempos los cristianos ortodoxos hacían las imágenes sagradas de los santos que se reunieron con Dios. En las antiguas catacumbas subterráneas donde en los siglos II-III se reunían los cristianos perseguidos por los gentiles para la oración y los sacramentos, dibujaban la Virgen Maria, los apóstoles, las historias del Evangelio. Esas antiguas imágenes religiosas se guardaron hasta nuestros días. De la misma manera en los templos modernos de la Iglesia Ortodoxa hay las mismas imágenes sagradas, los iconos. Mirándolos es más fácil a una persona de elevarse en su alma al prototipo, concentrarse en su oración a ese mismo. Después de las oraciones delante de esas imágenes Dios a menudo envia Su ayuda, y eran bastante frecuentes casos de curación maravillosa. Por ejemplo, en aquello caso maravilloso de salvación de las tropas de Tamerlán en 1395 fue delante de uno de los iconas de la Madre de Dios que oraron los cristianos ortodoxos.
Pero los protestantes por su malentendido renuncian la veneración de las imágenes sagradas, no comprendiendo la diferencia entre ellas y los ídolos. Eso ocurre debido a su errónea concepción de la Biblia, y también de su estado de ánimo respective, porque no percibir la diferencia categórica entre la imagen de un santo y la imagen de un espíritu malvado, eso es posible sólo para alguien que no conoce la diferencia entre el espíritu santo y el espíritu malo.
Otras diferencias
Los protestantes creen que si alguien reconoce a Jesucristo como su Señor y Salvador, ya se hace salvado y santo, y no necesita ningunas obras especiales para eso. Pero los cristianos ortodoxos, siguiendo al apóstol Jacobo, creen que “la fé por sí misma, si no tiene obras, está muerta” (Santiago 2:17). Así también Cristo Mismo dijo: “No todo el que Me dice: “Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Es decir que según la opinión de los cristianos ortodoxos, hay que cumplir los mandamientos que expresan la voluntad del Padre y de esa manera evidenciar su fé por sus obras.
Tampoco los protestantes no tienen monjes y monasterios que tienen los ortodoxos. Los monjes laboran con diligencia para cumplir todos los mandamientos de Cristo. Y además, asuman tres obligaciones complementarias para Dios: el voto de castidad, el voto de pobreza (no tener posesiones materiales) y el voto de obediencia a su padre espiritual. En eso imitan al apóstol Pablo que fue soltero, pobre y absolutamente obediente a Dios. El camino monástico se considera como más alto y glorioso que el camino de un laico, es decir una persona que tiene una familia, pero una persona laica puede salvarse también, y entre los apóstoles de Cristo habían hombres casados, precisamente, los apóstoles Pedro y Felipe.
Cuando le preguntaron a san Nicolás de Japón en el fin del siglo XIX, por qué, aunque los ortodoxos en Japon tenían sólo 2 misioneros, y los protestantes 600, sin embargo, más japoneses se convertían a la ortodoxia que al protestantismo, respondió: “No es cuestión de la gente, sino de la doctrina. Si un japonés, antes de adoptar la fé cristiana, la estudia de manera fundamental y compara, estudiando el catolisismo en la misión católica, el protestantismo en la misión protestante, y nuestro credo a nosotros, sé que siempre asuma la ortodoxia. <…> ¿Por qué eso es así? Es que en la ortodoxia la doctrina de Cristo fue conservada pura y entera; no hemos añadido nada como los católicos, no hemos reducido nada como los protestantes”.
De verdad, los cristianos ortodoxos son convencidos de esta, como la llama san Teófanes el Recluso, verdad inmutable: “Lo que Dios ha revelado y mandado, no hay que añadir nada a esto, ni reducir nada de esto. Esto se refiere a los católicos y los protestantes. Los primeros añaden mucho, y los secundos reducen… Los católicos han distorsionado la tradición apostólica. Los protestantes trataron de resolver el problema, pero hicieron peor. Los católicos tienen un papa, y entre los protestantes cada uno es papa”.
Por eso todos los que se interesan realmente a la verdad y no a sus pensamientos personales, en siglos antiguos tanto como en nuestros días, sin embargo, encuentran una vía hacia la Iglesia Ortodoxa, y a menudo aún sin ezfuersos especiales de los cristianos ortodoxos, Dios Mismo lleva aquellas personas a la verdad. Mencionamos como ejemplo dos historias recién ocurridas, los participantes y los testimonios de las cuales todavía están vivos.
Caso en Estados Unidos
En los años 60 del siglo XX en el estado americano California, en las ciudades Ben Lomond y Santa Barbara, un gran grupo de jóvenes protestantes llegó a la conclusión de que todas las Iglesias protestantes que conocen no pueden ser la Iglesia verdadera, porque presuman que después de los apóstoles la Iglesia de Cristo habría disparecido y habría sido sólo restablecida en el siglo XVI por Luther y otros jefes del protestantismo. Pero aquello pensamiento contradice a las palabras de Cristo que las puertas del infierno no prevalecerán contra Su Iglesia. Y entonces esas personas jóvenes empezaron a estudiar los libros históricos de los cristianos, desde la más remota antigüedad, del primer siglo al segundo, después al tercero y etc., siguiendo a la historia incesable de la Iglesia fundada por Cristo y Sus apóstoles. Y pues, gracias a sus investigaciones de muchos años, esos jóvenes americanos se han persuadido mismos que aquella Iglesia es la Iglesia Ortodoxa, aunque ninguno de los cristianos ortodoxos no comunicaba con ellos y no les inspiraba aquello pensamiento, pero la historia misma de la cristiandad les ha evidenciado esta verdad. Y entonces, entraron en contacto con la Iglesia Ortodoxa en 1974 y todos, en número de más de dos mil personas, abrazaron la ortodoxia.
Caso en Benín
La otra historia se pasó en África Occidental, en Benín. No había absolutamente de cristianos ortodoxos en este país, la mayoría de sus habitants eran gentiles, una pequeña cantidad practicaban el islam, y algunos más eran católicos o protestantes.
Con uno de ellos, el hombre llamado Optat Behanzin, se le ocurrió en 1969 un mal: su hijo de 5 años Eric se puso gravemente enfermo, afectado por una parálisis. Behanzin llevó su hijo al hospital, pero los medicos dijeron que fue imposible de curar al niño. Entonces el padre desolado recurrió a su “iglesia” protestante, empezó a visitar sus reuniones de oración en la esperanza que Dios curare a su hijo. Pero estas oraciones se quedaron sin fruto. Después de eso Optat reunió en su casa algunas personas próximas, convenciéndolas de orar a Jesucristo para la curación de Eric. Y después de su oración le ocurrió un maravillo: el niño convalecí, y eso consolidó la pequeña comunidad. Posteriormente sucedían las nuevas curaciones maravillosas debido a sus oraciones al Señor. Por eso pasaban en su comunidad lo más y lo más gente, católicos asi como protestantes.
En 1975 la comunidad decidió registrarse como una iglesia autónoma, y los parroquianos decidieron orar fortemente y ayunar para descubrir la voluntad de Dios. Y en aquel momento Eric Behanzin quien ya tenía once años tuvo una revelación: habiendo preguntado cómo debería llamar su comunidad Dios le respondió: “Mi Iglesia se llama la Iglesia Ortodoxa”. Eso adivinó mucho a los beninos, porque nadie de ellos, incluyendo Eric mismo, nunca entendió sobre la existencia de una aquella Iglesia, y hasta ese momento no conocían la palabra “ortodoxo”. Pero llamaron su comunidad “La Iglesia Ortodoxa de Benín”, y sólo doce anos después llegaron a conocer a los cristianos ortodoxos. Y cuando aprendieron sobre la verdadera Iglesia Ortodoxa que se llama así desde la antigüedad y continúa su historia desde los apóstoles, ellos todos en número de 2500 personas pasaron a la Iglesia Ortodoxa. Así el Señor responde a las preguntas de todos los que de verdad buscan el camino de la santidad llevando a la verdad, y lleva una aquella persona en Su Iglesia.
“En las preguntas de la fé es admisible únicamente una ortodoxia rigurosa, aquí puede existir solamente la verdad o la falsedad… Todas las confesiónes cristianas no pueden pertenecer a la Iglesia Universal de Cristo, pero una de ellas es la Iglesia verdadera, y las demás son las comunidades fuera de la Iglesia… la sola Iglesia verdadera es la Iglesia Ortodoxa… aceptar la posibilidad de la salvación fuera de la Iglesia… es aceptar que la Iglesia no es necesaria”.
San IlarionTroitsky
“La Santa Iglesia Ortodoxa es un depósito de los bienes para la salvación. Todo lo que necesitaría uno para su salvación está aquí, y solo en ella. Fuera de ella el Señor Mismo no da esos bienes. Fue Él Mismo quien ha querido organizarlo de tal manera. Poniéndose como la Cabeza de la Iglesia, no opera otramentre para nuestra salvación que vía Su Cuerpo. Pues no busca a un otro acceso para sus tesoros de salvación. No existe”.
San Teófanes el Recluso
